"...no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando".




Oliviero Girondo









jueves, 1 de julio de 2010

Hoy




El tiempo de la siesta terminó. Desperté para mi alivio. Tenía la garganta triste y el alma seca. Aún masticaba lo soñado cuando sonó el teléfono. Llegó una guerra. Después el silencio, la tarde y esos vidrios que acomodo en mis ojos cuando no hay rastro de escaleras silvestres.

Luego me he preguntado, “y si somos esto…¿qué puedo hacer yo?"

Desde hoy tengo inquilina nueva entre mis costillas.
LIBERTAD. Así se llama.

lunes, 28 de junio de 2010

BLACK SNOW, WHITE CROW




Un día de mayo apareció en mi puerta una mujer de otra tierra. Hablábamos en una lengua extranjera, ajena a la nuestra. Tuve suerte de compartir con ella las baldosas de esta casa. Me regaló unas flores que ahora cualgan de mi ventana, el sonido de un compás de tacón y el de sus manos metálicas.

Hace tres días recibí un obsequió más: "Nieve Negra, Cuervo Blanco". Sublime.

Gracias Selene. Un abrazo redondo de hang.


Nunca se entiende un sueño
 más que cuando se quiere a un ser humano,
despacio, muy despacio
y sin mucha esperanza.

Pedro Salinas



Tu mano diestra y mi corazón zurdo
juegan al diábolo en la azotea

Yo me bebo la siesta en tus párpados
y no hago pie en la ecuación de tu vida
pero me gusta hablar de ti a los carteles que bordean la autovía

Siempre encuentro razones
para quejarme de la mala ortografía que tienen tus telegramas
por eso escribo despacito en los pliegues de tu espalda
no sea que una tarde le des la vuelta al espejo
y no consigas interpretar mi jeroglífico de tres sílabas

Cuando te creo
el mundo parece recién guisado
y el olor de mis senos
es exacto al de una oliva prensada.

domingo, 27 de junio de 2010

Consecuencias



Ayer me atiborré de exclamaciones mudas.
Hoy tengo cólico de silencio.





martes, 22 de junio de 2010

Aguas abril

El cielo y el infierno - Eduardo Galeano




Llegué a Bluefields, en la costa de Nicaragua, al día siguiente de un ataque de la contra. Había muchos muertos y heridos. Yo estaba en el hospital cuando uno de los sobrevivientes del tiroteo, un muchacho, despertó de la anestesia: despertó sin brazos, miró al médico y le pidió:


-Máteme.

Me quedé con un nudo en el estomago.

Esa noche, noche atroz, el aire hervía de calor. Yo me eché en una terraza, solo, cara al cielo. No lejos de allí, sonaba fuerte la música. A pesar de la guerra, a pesar de todo, el pueblo de Bluefields estaba celebrando la fiesta tradicional del Palo de Mayo. El gentío bailaba, jubiloso, en torno del árbol ceremonial. Pero yo, tendido en la terraza, no quería escuchar la música ni quería escuchar nada, y estaba tratando de no sentir, de no recordar, de no pensar: en nada, en nada de nada. Y en eso estaba, espantando sonidos y tristezas y mosquitos, con los ojos clavados en la alta noche, cuando un niño de Bluefields, que yo no conocía, se echó a mi lado y se puso a mirar al cielo, como yo, en silencio.

Entonces cayó una estrella fugaz. Yo podía haber pedido un deseo; pero ni se me ocurrió.

Y el niño me explicó:

-¿Sabes por qué se caen las estrellas? Es culpa de Dios. Es Dios, que las pega mal. Él pega las estrellas con agua de arroz.

Amanecí bailando.







lunes, 21 de junio de 2010

Feliz primer día de verano


Así pasó aquella tarde.

Andrés (el chico que narra imágenes y fotografía versos):
- Jimena, ¿qué puedo hacer? Las plantas se me duermen y yo despierto triste cuando las veo bostezar.

Jimena (la chica que vive en el lugar de las flores vivas):
- Andrés, con las plantas hay que ser intuitivo. ¿Te paraste a observarlas? ¿Las colocaste de cara al patio de la calle, donde juegan los niños? ¿Les preguntaste cómo están?

Andrés:
- Yo les hablo a mis plantas, pero ya sabes, en octosílabos.

Jimena:
- Hazme caso.
  Cámbiales la mirada. Se pondrán guapas para ti.
  Hasta pronto Andrés. Feliz primer día de verano.

Andrés:





- Será feliz si te veo.