Fui hasta allí buscando un hombre de agua
para mis pies desérticos
porque yo creo que hay que caminar
sonando a esencia verdadera
y hay que decidirse
quién quiera que seas, ya ve despertando
se hace tarde
"...no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando".
Oliviero Girondo
jueves, 22 de enero de 2015
De los sobrevivientes como él son el amor y
otras cosas esenciales
yo sin embargo muero cuando no sé enhebrar
la luz en las cuevas
detesto mis dudas y serpenteo soñolienta
mientras él avanza tan lineal y rotundo
como cuando calla para decirme tequiero
si es la ternura incontable de su verde
verde
la que hace que me instale en las puntillas
de mis piés
para no transitar a cuatro patas
ésto que sólo merece ser vivido
desde las vísceras
tiene la paciencia de quien cultiva y abona raíces de yerbabuena
a veces veo que sus manos
soplan pompas de jabón
con la soltura de un
bicicletista.
domingo, 8 de diciembre de 2013
Lo trenes que ya pasaron
contigo la cagué soberanamente
en mi próxima reencarnación
pido otra oportunidad
no voy a dejar que te escurras
ni siquiera por la puerta
que da a los cabezos llenos de hinojo
esta vez te dibujaré en las manos
el camino de regreso
dejaré que me mires despacito
en la terraza de aquella casa
que tiene sus raíces entre las dunas
pasaré un tiempo razonable
acariciándote los inviernos
no emplearé ni una sola duda
en pedir que te desvistas
para explorar a qué hueles
cuando sonríes desnudo
luego, TE VOY QUERER
con mesura y con urgencia
en la voz sultana de tu ciudad
en los olivos silvestres de mi jardín
domingo, 12 de febrero de 2012
Lo que sé de mí
Lo que sé de mí es que salgo a la vida a buscar lo que
quiero.
Y quiero pintar poesía en las paredes de los cuerpos que hoy
deseo, quiero ráfagas de silencio cuando tenga que zurcirme el caparazón, viajar
los mundos fisurados que llevo en mis profundidades, reir cuando, desde este
precipicio, se suicide el nombre miedo, que mi sexo y el tuyo construyan lo que jamás podré caminar
en un poema
quiero la paz, esa que habita mis dedos, cuando escribo los versos que huelen a ti
y el sol de muchos eneros sobre mi cuerpo desnudo en tu puñado de hierba
quiero la paz, esa que habita mis dedos, cuando escribo los versos que huelen a ti
y el sol de muchos eneros sobre mi cuerpo desnudo en tu puñado de hierba
eso también quiero
Quiero quedarme así, en este ratito de descubierto
y que en la periferia de mi boca pueda yo encontrarte
alguna tarde de mañana
y que en la periferia de mi boca pueda yo encontrarte
alguna tarde de mañana
una cualquiera.
martes, 6 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
Y ocurrió que...
Mi propuesta sonó a algo así como un amor destartalado. Quise minutos de cien segundos contigo y ya ves que no fui más que una lengua desértica bebiéndose aquél dolor hasta el último sorbito. No a mís dedos de musgo. No a la percusión de tus razones. Digo, creo que deberíamos solear otras tierras. Acordonar nuestras puertas. Creernos que algo habremos hecho bien.
El límite de la lluvia está hoy entre nosotros. Al final sólo nos dio para enfangarnos los dedos. Además tú amor (y qué vamos a hacerle) ni quieres, ni sabes verdear este suelo de bosque leñoso.
El límite de la lluvia está hoy entre nosotros. Al final sólo nos dio para enfangarnos los dedos. Además tú amor (y qué vamos a hacerle) ni quieres, ni sabes verdear este suelo de bosque leñoso.
jueves, 5 de mayo de 2011
Diluviando soles
Me gustaba cuando jugábamos a sumar
porque de esa forma
porque de esa forma
no nos desnudábamos para hacer el amor
sino que el amor nos hacía a nosotros
desnudándonos
renunciábamos a cualquier cifra de besos escuálidos
-o eso me parecía a mí-
lo nuestro era desparramar la ternura
reducirnos a la forma de una lombriz
volviéndonos más flexibles y ágiles
para arrojarnos en busca de abrigo
dentro del fango de la vida
se nos daba de maravilla pronunciar las palabras
exactas
exactas
así que fuimos a pasearnos la hierva con las manos
sonaba tan rico el ruido del laberinto donde
- milagro -
siempre acabábamos encontrándonos
pero tal vez, digo yo,
no hay susurros que den más vértigo
que los que trae el recuerdo
cuando viene a habitarnos los huesos de dudas
y si ésto ocurre,
a mí las rodillas me palpitan de espanto
a mí las rodillas me palpitan de espanto
me engancho a la aleta de un pez globo
comienzo a volar por encima de tus pausas
y - qué carajo -
me da por hablarte muy en serio
porque no tengo colmillos ni paciencia de elefante
sin embargo, también soy un animal de palabra
por eso sigo ofreciéndote un mundo de transparencias
de trago suave
sin proyectos vagos
donde el acto de amarse tiene una gran puerta
de fácil acceso
y danzo frente a ti
con este puñado de abriles que es mi cuerpo
a ratos lloviendo
casi siempre escampando
muy a menudo diluviando soles
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