A Óscar, por sacudirme la vida.
Decimos silencio y cavamos fosas de estrellas en el sol
nosotros
que creemos en el albedrío del amor y todas sus conjugaciones
que escapamos de los cementerios sin salida
que buscamos hamacas de sal en una noche de grillos
que cambiamos la cruz por la cara
que alquitranamos la lluvia ácida de los necios
que llamamos al eco en la dehesa de nuestras camas
que le ponemos cascabel a los peces que sobrevuelan
mi Zipolite y tu Mediterráneo
que no hay insomnio sin que descubramos que
amor se llama el juego
que admiramos a los labradores de caminos fronterizos
(abatidos tienen sus pies)
que entendemos que la palabra es el mejor torniquete a nuestra hemorragia de soledad
que siempre quisimos creer en ese espíritu incoloro que arroja
al fuego
todo lo que no se llama VIVIR.