No sabía de ti más que esa molesta ausencia con la que viajaba
tristeza líquida que escondía en los talones
cada mañana
y cada tarde
encontraba tu silencio en el buzón de correos
en los cimientos de mi paciencia
me balanceaba con los ojos extraviados
concentrados en que una casualidad
me trajese tu abrigo a esta estación monzónica
lo peor fueron las noches de alquitrán
el sol indecente
el paso de cebra que no localizaba
ahora mi cuerpo entero lo sabe
tengo los síntomas de la tristeza:
arena condensada bajo mis colmillos
fantasías trepándome la frente
un corazón que escuece
los monzones terminarán dibujado más pasos de cebra, la tristeza heredará esa paciencia... porque tus escoceduras saben sonreir, desde los talones a los ojos extraviados.
ResponderEliminarTe quiero, An.
ResponderEliminarLa erosión que el silencio produce...
ResponderEliminarY un pétalo de girasol que yo te entrego para que recompongas tu sonrisa...
Un besito, linda Aura.
qué bien :-)
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